domingo, 4 de enero de 2009

Sábado de librería y pipa

Sábado. Llueve en Madrid como si fuese la primera vez que eso sucede. La jornada promete. Hoy, mi amigo Israel, cicerone en los artes de la pipa, repite ese rol para ilustrarme sobre las librerías madrileñas. Necesito hacerme con una. Ir a un lugar en el que poder remover, buscar, revolver, abrir, cerrar. Necesito oler a papel y escuchar la llamada de algún libro que se coloca, así, como sin querer, delante de mis ojos para que me lo lleve.


Israel sabe dónde va. Me va conociendo. Vamos en metro hasta el barrio de Argüelles. Aparecemos en la calle Tutor, casualmente en el mismo punto en el que me despedí de Martín el día que nos vimos en Madrid. Se abre una puerta pequeña, sacudo mi paraguas y lo meto en una papelera con una bolsa de plástico rosa que hace las veces de paragüero. Al levantar la cabeza descubro que he llegado al paraíso. Ante mí la librería Rafael Alberti. Me recuerda mucho a la Atlántida, en la Gran Vía granadina, lugar en el que me escondía cuando trabajaba en la SER. Ante mí miles de libros esperan desordenados para ser tocados. Si el cielo existiera debería parecerse a esto y Dios sería un librero, serio, circunspecto, que recomienda títulos por cada buena acción realizada, un lugar en el que a los pecadores se les recibe con libros de César Vidal.

Huele a papel y los ojos quedan borrachos ante los miles de lomos de colores que encierran tantas historias. Pronto yo cazador empiezo la búsqueda. En menos de 20 minutos me sorprendo con 8 libros en las manos: dos de poesía, una biografía, un ensayo y un libro curioso en el que un ruso habla de la Andalucía de 1931. Decido refrenar ese primer instinto y hago una criba. Al final me llevo al ruso, un poemario muy curioso relacionado con Federico García Lorca, un ensayo sobre la izquierda mejicana y las memorias de Dionisio Ridruejo. Sacrifico a García Montero, la biografía de Azaña, de Santos Juliá, y un libro muy interesante sobre Cánovas del Castillo y el pensamiento conservador español. Da igual. Desde hoy sé que esa librería va a ser importante en mi vida en Madrid. Ha nacido un vínculo, un nexo que mimaré con esmero y del que espero me reporte el beneficio de encontrar un mundo por descubrir escondido en el interior de un libro.

La ruta sigue por el barrio. Se visita Fuencarral, Magallanes. Vamos a cavas interesantes para los fumadores en pipa donde otro universo distinto promete. Encuentro un tabaco de Larssen muy especial y mientras buscamos de nuevo el Metro en la Glorieta de Bilbao, expulso una bocanada de humo, saboreo mi pipa y me digo: qué me gusta Madrid.

7 comentarios:

Nefer dijo...

Qué rancio eres Bomarzo ^_^ (con cariño eh?).

Que encuentres buenos libros en esa librería donde seguro has dejado ya una parte de tí... besillos.

Anónimo dijo...

Te sigo Bormazo, te sigo a pesar de la distancia y los últimos silencios, el tiempo se apodera de mis espacios en estos días....espero volver a la rutina en breve.
Cómo me gustan tus relatos sobre esos paseos que das por Madrid y tus descubrimientos. Me los apunto, tomo buena nota. Me quedé con el enlace a la Librería Alberti. Me encanta perderme entre libros, y ese olor...Qué me gusta ese olor!

Besos, desde tu Sur. :)

Anónimo dijo...

La verdad es que hasta aquí se huele ese papel. Que esa libería escriba muchas páginas de tu vida.

Claro

Bomarzo dijo...

Nefer, qué es ser rancio?
MJ, un placer ser tu Cicerone. A los reyes les he pedido una cámara. Si me la traen, cuenta con fotos.
El papel huele bien, Claro.

Anónimo dijo...

No se si existirá, pero había una en la calle san Bernardo, Fuentetaja, que es una maravilla.

En yahoogroups hay un buen foro de pipas fumarenpipa que te recomiendo

Feliz 2009 desde el Zaidin

Bomarzo dijo...

Gu. sabes que no soy de esas tonterías, pero es que había muchísimas mujeres. Era necesaria la precisión.

Anónimo dijo...

Qué historia tan bien narrada.. Me has transportado a la librería y sus olores...