Lo sucedido estos días en Honduras ha roto una tradición que ha durado casi 10 años en Hispanoamérica. Una década sin que los militares intervinieran en la vida pública, imponiendo su voluntad a la de los ciudadanos, expresada libremente en las urnas. Pero el análisis, aun siendo ese, de quedarse ahí, sólo fijaría el objetivo en una única parte del problema. Veamos.
1.- Es cierto que los militares han subvertido el orden establecido de una sociedad democrática.
2.- No lo es menos que el presidente Zelaya, al que la torpeza golpista ha encumbrado a la categoría de heroe cuando más perdido andaba, se encontraba tensando la cuerda de las instituciones nacionales con el fin de lograr una reforma constitucional que le permitiera anclarse en el poder.
3.- Zelaya se había quedado solo en ese afán. No tenía apoyos en su partido, en su gobierno o en el resto del Estado. Si pensáramos mal podríamos decir que la instituciones hondureñas habrían protagonzado un complot contra ese hombre, víctima propiciatoria de una coyuntura determinada. Pero en estos casos me acuerdo siempre del chiste en el que la madre acusaba al resto de la compañía de no llevar el paso de su hijo.
4.- En cualquier caso, la Organización de Estados Americanos, Estados Unidos y la Unión Europea, como no podía ser de otro modo, se han puesto del lado de la legalidad y han condenado el golpe que, si bien y por suerte, no ha bañado de sangre las calles -todavía-, ha borrado de un plumazo la legalidad democrática hondureña.
Foto: www.elpais.com
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Hace 16 horas
3 comentarios:
Golpes militares...que asco madre mia.
Estoy de acuerdo contigo en este pequeño análisis. Hispanoamérica, entre unos y otros, se está convirtiendo en un auténtico avispero... si es que alguna vez lo ha dejado de ser, claro está.
Veremos en qué acaba todo esto.
Galleto, estos nunca han entendido eso de zapatero a tus zapatos.
Alberto, llevábamos 9 años de relativa calma. Saltaron por los aires.
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