Ese es el título del último libro que me he leído. Lo edita Aguilar. Está escrito por el propio protagonista de la historia, un anestesista que en su etapa de director de urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés, Madrid, fue acusado de sedar hasta la muerte a 400 personas. Cuenta con la colaboración del periodista de El País Oriol Güell.
La pobre apariencia formal del libro esconde la desgarradora historia de una caza de brujas en toda regla, y no lo decimos nosotros. Tampoco el propio doctor Montes, médico en cuestión, sino una cantidad de informes neutrales que fueron obviados por la consejería de salud de la Comunidad de Madrid, conducida en esa época por Manuel Lamela y que montó un circo mediático, sin pruebas, con mucha manipulación y la intención clara de acabar con un sector de izquierdas dentro de la sanidad pública madrileña.
Como digo, el texto es mejorable y podría estar mejor escrito. Al margen de ello es todo un manual de obligada lectura para todos aquellos que alberguen dudas sobre la realidad del sistema sanitario público madrileño, su cuestionamiento, las heridas que sufre de forma constante, en definitiva, su paulatino desmantelamiento.
La Comunidad lleva años erosionando un sistema cuyos principios de universidad y gratuidad se socavan al socaire de soflamas demagógicas que esconden una privatización encubierta, sobre la que ya ha alertado el Defensor del Pueblo ante denuncias de Izquierda Unida.
El doctor Montes, Luis Montes, lanza unos mensajes que debería estar situados en la cabecera de la cama de muchos políticos, no sólo de la derecha madrileña, que son el abecé del sistema público sanitario, un logro social, un tesoro del que no podemos prescindir, un bebé al que no debemos dejar de mimar.
Pero al margen de todo ello, el libro ayuda a entender las diferencias que existen entre la eutanasia y la sedación terminal, la necesidad que tiene la clase médica y la sociedad en su conjunto de afrontar de forma madura el proceso de la muerte. La ciencia y sus avances permiten evitar el sufrimiento innecesario, el encarnecimiento terapéutico, el dolor irresistible que podemos sentir en el tránsito final. Y esa posibilidad debe quedar alejada de cualquier posicionamiento moral e ideológico.
La persecución a la que fueron sometidos Montes y su equipo -y que a pesar de su inocencia demostrada jurídicamente, no ha costado cabeza política alguna- debería provocar un debate en la sociedad sobre el hecho de cómo queremos morir. La regulación de la eutanasia debe llegar, la sanidad debe permitir que, llegado el caso y a tenor de unas reglas, podamos determinar qué hacer con nuestra vida sobre la que nadie más que nosotros mismos debemos disponer. La supuesta objeción de conciencia a la que algunos médicos pretenden agarrarse implica su deseo de dejar en otras manos -divinas o terrenales- la decisión final sobre nuestra propia muerte. Otro tanto sucede con las sedaciones, sobre las cuales ni siquiera debe haber debate pues está regulado y cualquier negación médica a llevarlas a cabo previo consentimiento familiar, debería ser considerado, como mínimo, como negligencia.
No estaría de más que acudiéramos a ese libro y que al leerlo recordáramos a Ramón Sampedro o a Inmaculada Echeverría y, al mismo tiempo, la importancia de mantener el sistema público sanitario que en Madrid empieza a ser desmontado con unos efectos, me temo, absolutamente perversos y, lo que es peor, irrecuperables.
Un saludo desde mi jardín.
Bomarzo por la muerte digna.
Tratamiento para el cáncer con Lorelin
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El cáncer es una de las principales preocupaciones de salud a nivel
mundial, y su tratamiento ha evolucionado significativamente en las últimas
décadas. ...
Hace 3 días
8 comentarios:
Una auténtica Caza de Brujas en pleno siglo XXI. Una barbaridad.
Siempre he pensado qué sería de mí, de mi vida profesional, si alguien me acusara de algo serio sin ningún atisbo de verdad: un niño que te acusa de malos tratos, o de abusos, o una madre de haberla acosado... Puede sucederle a cualquiera.
Te esfuerzas porque tu vida esté controlada y de repetne, una acusación falsa hace saltar todo po los aires.
Me figuro lo que debe haber pasado este hombre y el resto del equipo.
Supongo que nunca olvidaran a lLamla y a Espe.
Rigoletto
hay ciertos universos donde dinero y poder son el lote que permiten mentiras, barbaridades y incongruencias aun en este siglo..
bello escrito y reflexion!
un dulce saludo.
Muy bien escrito , jardinero. Yo también abogo por una muerte digna. Yo también quiero que me atienda el Doctor Montes.
Amelie, un gran colofón para un mediocre artículo...
Me temo que el único pero que tiene el señor Montes es que hizo las sedaciones sin consentimiento familiar... vamos, casi na'. Está muy bien que el señor sea un excelentísimo médico, pero que juegue a ser Dios no tanto.
Por otro lado, de lo que está pasando en la Comunidad de Madrid tiene gran culpa el pseudo estado de autonomías este que nos vendieron y que cada dia resulta ser más un fraude donde los caciques regionales campan a sus anchas. Si tuviéramos una educación, sanidad y justicia centralizadas y únicas para el Estado, muchas cosas nosevitaríamos, como intentos de privatizaciones de la sanidad. Pero como en este país mandan los nacionalistas... no nos queda sino jodernos. Una lástima.
Un saludo
Gonsaulo, de dónde sacas que el consentimiento familiar no se pedía? Te recuerdo que ha salido inocente y que ellos -Montes y su equipo- recurrieron la sentencia porque su honor había quedado mancillado tras la persecución.
Nadie juega a Dios, contando con que Dios exista y sea a él a quien le encante jugar con nosotros.
Si tuviéramos una sanidad estatal habría cosas que no pasarían. Estoy de acuerdo. Sin duda. Aunque no sabía que Chaves o Esperanza fueran nacionalistas, dentro de la definición que intuyo le das tú al término. En cualquier caso, si la sanidad fueses estatal estaríamos discutiendo hoy temas como aborto y células madre, algo ya superado, amigo.
Pues me lo saco del periódico. También salió condenado García Montero y sigo viendo manifiestos de apoyo, también ha denegado la audiencia nacional a Garzón la competencia, y sigo viendo manifiesto de apoyos donde se pide la quema de libros... vamos, que cuando la ley interesa es la ley, y cuando no, todo una injusticia. Pero no es ese el tema.
Si hay alguien que apoya el andalucismo en Andalucía es el señor Chaves (amén del fracasado PA). El es el nuevo baluarte de la patria andaluza y otras fábulas para niños. Pero tampoco es el caso. Lo que yo quería decir es que son los nacionalismas (catalán y vasco principalmente; y ahora también gallego, balear, valenciano y canario) los que propician la descentralización a base de competencias que jamás habría que haber sido asignadas...
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