viernes, 30 de octubre de 2009

La memoria de los Poetas. Lorca y Hernández

La fosa de Lorca comienza a abrirse en estos días y nadie sabe lo que esconderá en su interior. Una duda razonable hiela la respiración de los que esperan que el cuerpo de Federico aparezca. Y a mí, la verdad, es que me da igual. Porque la venganza del poeta granadino ya se ha consumado, no gracias a su familia precisamente, sino al propio poeta que con su sombra plateada de luna negra, marcó para siempre un paraje que, sin la duda sobre la presencia o no de sus restos en él, hubiera pasado desapercibido durante muchos años.

La sangre de Federico dio sustento a los miles que allí compartieron su maldito destino. Los asesinados en aquellos olivares tienen un nombre gracias a él. Con independencia de que sus huesos hayan abonado aquellas tierras, Lorca escribió su último y más sonoro poema con los gritos ahogados de los que siguieron abonando en tricolor aquellos olivos.

Pero no todos son Lorca. A punto de cumplirse el centenario de su nacimiento, otro poeta condenado a la muerte de Lorca, pero de forma más lenta, sigue constando en los archivos judiciales de España como sublevado, como un peligroso hombre aficionado a escribir. Miguel Hernández ha de ser ese otro nombre propio que, de una vez por todas elimine la bastarda etiqueta que cuelga de las tapias de los cementerios de aquellos fusilados, defensores de la democracia y podridos como "sublevados". La causa de la familia del poeta de Orihuela ahora es mía también. Y espero que sea también la de quienes entendemos la memoria histórica como el martillo que sitúe la Verdad en el lugar que merece y deje a mentira tan repetida, por militones y golpistas, en las cunetas de la vergüenza.

3 comentarios:

Juan Pérez dijo...

Genial!! :D

Anónimo dijo...

Juanjo, debido a un artículo muy relacionado con este asunto, hace casi tres años, entré en contacto con un tal Bomarzo, al que le metí mi segundo comentario en su recién estrenado blog. Después te concocí y hubo siempre una magnífica empatía entre nosotros. Hoy tu post me ha emocionado,compae. Y te repito lo de hace tres años: los que no quieren remover fosas evitan, simplemente, remover conciencias. Conciencias que les darían algunas voces de alarma (si tuvieran vergüenza) por el poder adquirido, la riqueza fácil, la buena vida, el prestigio, el sentirse clase dominante tantos años. Pero dicen que es reabrir heridas los muy hipócritas:las suyas.
Estoy con los que desean abrir fosas, para que entre aire limpio en la historia.
Un abrazo emocionado,
Alberto Granados

Bomarzo dijo...

Juan, gracias. Este es un tema que hace sangrar.
Rigo, pues aunque sólo sea por recordar cómo empezó todo, no olvidemos nunca.