viernes, 19 de septiembre de 2008

Leyes sin juces, curas sin ley

Estuve cinco años, cinco, estudiando en la facultad (eso lo sabe Gu.) que las leyes son la máxima expresión del poder ejecutivo y que más allá de la ley, en un sistema democrático, no hay nada. Es la mejor garantía de salvaguarda de nuestros derechos. A la Constitución se la denomina la Norma Suprema (norma normarum) y de ella emana la legalildad de nuestro sistema. Para que las leyes se cumplan tenemos un poder judicial que vela por cumplir y hacer cumplir nuestro ordenamiento jurídico. Sin embargo, España, que como ya aventurara Fraga, "is different" que te cagas, es capaz de matizar asertos tan universales, tan básicos como los que acabo de reseñar.

Que la Virgen María fue concebida sin pecado original por un espíritu santo, o que Dios es uno y trino, es una verdad absoluta. Al menos para unos cuantos. Eso no se puede cuestionar. Sin embargo, que educación para la ciudadanía es algo de obligado acatamiento, pues es una norma con rango de ley, eso es papel mojado. Rouco y sus muchachos así lo entienden, que para eso tienen conocimiento de causa. No me toques la santidad del espíritu, pero no tardaré un segundo en cuestionar el sistema que todos los españoles nos hemos dado para, entre otras cosas, acabar con el monopolio educacional que los alzacuellos han tenido históricamente en este país y cuyos resultados están a la vista de todos. La Iglesia puede jugar contra el sistema, puede cuestionar parte de nuestro ordenamiento jurídico sin importarle un bledo, no ir al infierno, que eso, realmente creo que se la pela, por mucho que el Papa ahora diga que hay averno, sino estar cometiendo previsiblemente un delito.

Pero si grave es que un cura, me da igual el rango jerárquico que ostente, se pase el derecho por el arco de la sotana, no lo es menos que un juez, en este caso una juez, se niegue a casar a dos mujeres porque pueda ir en contra de su moral. Y, además, el Consejo General del Poder Judicial, esa trupe de cómicos, más preocupados de no morder la mano que les da de comer que de hacer que los jueces cumplan la norma, le levanta la sanción. Bien. A partir de ahora, jueces de España, antepongan su moral al derecho. Volvamos al derecho medieval, al Fuero Juzgo, a las pruebas de culpabilidad, al Ordenamiento de Alcalá. Esto es un retorno a la primacía del derecho natural, el mismo que decía que era Dios el que inspiraba o, al menos, debía hacerlo, el derecho. Para mear y no echar gota.

Hasta dónde llegaremos? No tengo ni idea, pero a pocos sitios buenos.

Al hilo de esto, por favor, acudir al blog de Rigoletto y, al menos leed la propuesta de manifiesto que ha colgado para remitirla a la Conferencia Episcolpal. Yo me he unido a la medida.
Un saludo desde mi jardín.
Bomarzo amoral e inmoral.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sabía que Gu, vecino mío aunque desconocido, tuviera blog. Esta tarde picaré el enlace.
Buen finde, Bo.
Rigoletto

Concha Caballero dijo...

Te devuelvo la visita a mi blog.Yo también te he conocido por Rigo-Aberto, al visitar sus enlaces y me ha parecido de lo mejor. El nombre, Bomarzo, perfecto y la foto que lo ilustra es fantástica. Me alegraría contar con persnas como tú en mi blog,así que espero ue sigamos en contacto y que sigas nutriendo tu estupendo blog.

Anónimo dijo...

Lo malo de Bomarzo, querida Concha, es que es fuertemente adictivo como persona y como bloguero y además tiene dos blogs.
Hay que duplicar esfuerzos: pronto voy a tener que poner secretaria.
Rigoletto