De Madrid al cielo

Hoy es fiesta en la ciudad de Madrid. A pesar de ello, me ha tocado trabajar. Es lo que tienen las tragedias, que no entienden de festivos. De todas formas, da igual. Estoy por aquí un ratito y me piro.

El pasado domingo estuve en el parque Juan Carlos I. Allí me tocó hacer de tío con mis sobrinos y jugué un rato con ellos. Eso, al margen de unas risas, me dejó más claro las pensas condiciones físicas en las que me encuentro. También una torcedura de rodilla que, espero, no me deje consecuencias.

Tumbado sobre el césped, porque en Madrid los parques son verdes, y el verde se puede pisar, miré durante bastante tiempo el cielo de Madrid. Un cielo completamente azul y que, quizás no difiera demasiado de cualquier otro cielo de cualquier otra ciudad, como el de Granada, por ejemplo. Salvo por una cosa. En el cielo de Madrid las nubes se confunden con la estela que dejan los aviones que lo cruzan. Al ver esa superficie blanca no sabes si lo que miras es un cirro o un cúmulo o lo que fue un minúsculo avión atravesando el cielo de Madrid.

Esta ciudad es verdadera encrucijada de caminos, tanto terrestres como aéreos. Gigantescas equis surcan de izquierda a derecha, de arriba a abajo. Es bonito mirar el cielo de Madrid. De noche, esos aviones son estrellas que se mueven.

Hoy entendí por qué se dice aquéllo "de Madrid al cielo".

Un saludo desde mi jardín.

Bomarzo y el cielo