Rajoy y su realidad para-lela

Este fin de semana ha sido propicio en noticias importantes, de esas que crean debate, que no pasan desapercibidas. La primera de ellas la lanzó la "miembra" más descarada del actual gobierno, Bibiana Aído. Propone un debate sobre el aborto para modificar la legislación al respecto. La segunda de las informaciones la dio a conocer ayer El País y va relacionada con el suicidio asistido y la posibilidad cierta de que, al fin quede regulado en nuestra legislación.

Sobre esto último no he oído reacciones del PP o movimientos afines, al menos por ahora. Pero en materia de aborto, el señor Rajoy, de los Rajoy de toda la vida, sí ha soltado alguna de esas perlas que tanto gustan y que le sitúan en un estrado al que el común de los mortales no podemos llegar.

Dice don Mariano que legislar sobre el aborto es debatir sobre algo que no está en la calle, es ocultar la realidad, que no es otra que la crisis. Aceptando el segundo argumento como válido, aunque también podría matizarse, metamos la zarpa en el primero. Que el aborto sea o no debate quién lo determina, ¿él? En esa tesitura, quién determina los debates públicos? y sobre lo que se ha de legislar? Para Rajoy, las minorías no tienen derecho a expresar su opinión? a ser oídas?. Es más, no tienen derecho a que se solucionen sus cuestiones?

No tengo una opinión formada sobre el tema del aborto, pero esa circunstancia no me lleva a la terrible conclusión de querer negar que se hable del asunto, simplemente porque no me entra en la agenda. Rajoy, de los Rajoy de toda la vida, menosprecia a todas aquellas personas que no piensan como él. Lo hizo con la Ley de la Memoria Histórica; lo hizo con la Ley de Igualdad; Lo vuelve hacer ahora. Según su teoría, las mujeres que luchan legítimamente por su derecho a abortar no pueden ser atendidas, simplemente porque la calle no habla sobre ello. No sé por qué calles circula él, pero quizás debería cambiar sus itinerarios.

Sea como fuere, me da la sensación de que Rajoy, de los Rajoy de toda la vida es de esos sordos que sólo oyen lo que quieren oír. Veremos lo que tarda en escuchar la voz del Espíritu Santo que, con la misma cara de Rouco, le soplará al oído el argumentario para negarse a que se reconozca ese derecho.

Un saludo desde mi jardín.

Bomarzo sin debate.