martes, 5 de agosto de 2008

Porque tontos hay en todos sitios

Interrumpo momentáneamente mi clase de inglés porque acabo de ver una noticia en El País digital que me ha dejado estupefacto. Lo peor que tiene un tonto es dar con otro tonto y al tonto que pidió que se adoptaran niños extremeños le ha salido el tonto que afirma que los extremeños son unos “mal nacidos” que no saben agradecer las bondades de los catalanes y su solidaridad más excelsa. Lo dicho. Que entre tontos anda el juego de la política. Ambos ya han tenido su minuto de gloria y persiguen, además de una merecida fama de tontos, que se siga hablando y mal de esa cacareada solidaridad catalana que, a fuerza de ser restregada en la cara de los demás empieza a ser rasgo de soberbia.
Dice el señor –perdón por lo de señor- Puig que los extremeños deben agradecer. Hombre, si se trata de agradecer, quizás los catalanes deban ser los primeros en pronunciar un gracias muy sonoro pues merced, de forma fundamental a extremeños y andaluces, hoy día pueden restregar su solidaridad. También podrían agradecer a la familia Franco todo lo que, para callar sus bocas y frenar sopores regionalistas, daba por doquier en detrimento de regiones que, como Andalucía, sólo estaban para la pandereta y el flamenco, y para que el resto de España, catalanes incluidos, pudieran descansar y pasarlo bien con el carácter de esas gentes tan simpáticas.
Al señor Puig, como al resto de los nacionalistas miopes, le falta un poco de conciencia histórica y le sobra una cara dura como una roca de Cadafell o de Port Bou.
Más respeto, si es tan amable, y deje de alimentar por el extremo opuesto el discurso anticatalán que a todos los ciudadanos que pretendemos conocer un poco de esta piel de toro de la que Catalunya forma parte nos ha tocado las pelotas durante la legislatura anterior.
Una cosa más, señor Puig, si quiere se pasea por Extremadura o por Andalucía y le explicamos qué significa ser mal nacido.
Un saludo desde mi jardín.
Bomarzo contra los tontos.

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