Dice el señor –perdón por lo de señor- Puig que los extremeños deben agradecer. Hombre, si se trata de agradecer, quizás los catalanes deban ser los primeros en pronunciar un gracias muy sonoro pues merced, de forma fundamental a extremeños y andaluces, hoy día pueden restregar su solidaridad. También podrían agradecer a la familia Franco todo lo que, para callar sus bocas y frenar sopores regionalistas, daba por doquier en detrimento de regiones que, como Andalucía, sólo estaban para la pandereta y el flamenco, y para que el resto de España, catalanes incluidos, pudieran descansar y pasarlo bien con el carácter de esas gentes tan simpáticas.
Al señor Puig, como al resto de los nacionalistas miopes, le falta un poco de conciencia histórica y le sobra una cara dura como una roca de Cadafell o de Port Bou.
Más respeto, si es tan amable, y deje de alimentar por el extremo opuesto el discurso anticatalán que a todos los ciudadanos que pretendemos conocer un poco de esta piel de toro de la que Catalunya forma parte nos ha tocado las pelotas durante la legislatura anterior.
Una cosa más, señor Puig, si quiere se pasea por Extremadura o por Andalucía y le explicamos qué significa ser mal nacido.
Un saludo desde mi jardín.
Bomarzo contra los tontos.
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