Antes de rendirnos
fuimos enternos (Ismael Serrano).
Antes de rendirnos
fuimos eternos, ¿recuerdas?
Las paredes cedían a nuestras miradas
y en los huecos de los ascensores
rebotaban abrazos dados
en la oscuridad opaca de tu portal.
Los días de lluvia
buscábamos reflejos en espejos
destrozados como puzles infantiles
para hacerlos teatros
sólo aptos para mayores.
Los bancos nos abrazaban,
los adoquines nos elevaban,
los árboles tendían la humedad
resbaladiza de nuestros nombres
Las horas formaban parte del paisaje
en los bares donde dejábamos ebrios recuerdos,
colillas, tazas y caricias suspendidas
bajo las mesas cerradas con llave de memorias.
Cada noche apagábamos la ciudad
y nos protegíamos bajo la manta del silencio,
escondidos del pecado,
huyendo de lo prohibido,
dibujando sueños que nos llegamos a creer
y que rotos cortaron en mil pedazos
la valentía de sentir la eternidad
salvaje por la venas en las que tu perfume
viajaba sin miedo.
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El pornográfico escenario dibujado por la realidad en África nos grita palabras de auxilio y no hay más sordo que el que no quiere oír. La situación económica por la que traviesa el mundo desarrollado es grave, sin duda. ¿Pero nos hemos parado a pensar lo que supone en África?
Nuestros políticos, en concreto los más conservadores, prefieren meterse el dedo en el ojo a dotar de formación a unos chavales desorientados que ven como el sistema educativo se reforma al abrigo de una victoria electoral. Lo sucedido en Valencia con esa asignatura es de juzgado de guardia, es reírse de todos los valencianos, es tomarse a chufla la formación de los jóvenes. Rectificar es de sabios equivocados, dice el refrán. En el caso valenciano no hay rectificación. Más bien aculamiento en tablas, "sostenella y no enmendalla", a pesar de haber hecho un ridículo tan espantoso. En cualquier caso, Camps y los suyos han conseguido que se consuma el primer trimestre sin que la asignatura se haya aplicado. Que le quiten lo "bailao". Y lo que nos queda por ver.
















