Alfa imperaba –dicho con todo el cariño- mi entrada sobre el libro que, precisamente me tocó a mí escoger. Quería que fuese algo distinto a la novela. Por tanto o era teatro o era poesía. En ambos casos Lorca tenía muchas papeletas. Al final me decidí por el teatro y, en concreto por “Yerma”. No es la obra que más he leído. Esa mérito, si acaso lo fuera, lo tiene "Bernarda Alba", con la que me une una estrecha relación. No obstante me decanté por la estéril mujer que sufre hasta la locura la necesidad de maternidad tal vez por eso, porque en el fondo, como hombre me siento incompleto sin la posibilidad de dar a la luz. De todas formas no conduzco esa obsesión a la locura. Quizás porque mi naturaleza es consciente de esa limitación.
En cualquier caso, la razón de peso por la que cogí ese libro fue por el cataclismo que supuso su estreno. Una mujer con deseos de ser libre, una mujer que mata a su marido, y no al revés, una vieja que reniega de Dios públicamente. Son sólo parte de unos ingredientes que le costaron a Federico situarse, una vez más, frente a lo hispánicamente establecido como correcto y moralmente básico. Es ella, una mujer la que resuelve el problema que la atormenta acabando con la única persona que podría suministrarle la mayor felicidad, la ansiada maternidad. Mata a su marido y con él a su hijo. Eso en la España del sometimiento a la mujer, la sociedad rural patriarcal, la España en la que la mujer empieza a conocer derechos como el divorcio o el sufragio. En mi opinión “Yerma”, como "Bernarda" o "Bodas", son un canto a la emancipación de la mujer, lo cual en boca de un hombre, en la España de los años 30 es un gesto de un enorme valor.
El universo lorquiano en este drama, contrapunto de Otelo, está tan fresco que se puede oler en cada página y la identificación con el dolor de Yerma es tal que, por una parte dan ganas de mostrarle que hay vida más allá de la maternidad, y por otra, sientes apretar tus manos junto a las de ella en el cuello de su marido.
Esta entrada está lejos de la calidad de otras como, por ejemplo la de Nefer. Pero eso es lo bueno de esta idea, la cantidad de ojos con los que miramos el mismo cuadro.
Por cierto, no encuentro "Nana", el libro elegido por Raffa por ningún sitio.
5 comentarios:
Juanjo, nos has dejado una explicación personal muy acertada -según mi parecer- sobre el significado y las reflexiones que nos dejó Federico en su "Yerma".
La liberación de esa mujeres (y de todas las mujeres de aquella época tan dramática) y que Lorca nos expone abiertamente en esta obra, siempre, con la cara enfrentada -directamente- al lector.
La libertad "sólo" llegaba con la ansiada maternidad. Caso contrario, la única vida asumible para una mujer era la sumisión y una opresión descarnada.
Federico nos enfrenta a esa "Inquisición social" desde una perspectiva de hombre muy adelantado a su tiempo. A su breve tiempo de vida.
Ha sido una muy buena elección liblogs.
Salud y Feliz 2009. Toni Sagrel.
Un análisis muy acertado del drama lorquiano. Sin duda son elementos rompedores, audaces, uno de los más sólidos valores de nuestro dramaturgo y poeta más universal.
Ya comenté en algún lugar que no es "Yerma" mi Lorca más querido y releído. Pero coincido en tu apreciación al reivindicar la "modernidad" de esta obra, su permanente actualidad.
Enhorabuena. Un abrazo.
Una muy buena aportación a los liblogs Bomarzo, una visión muy acertada de la obra; sólo discrepo en una cosa que dices: mi entrada no tiene calidad alguna, es la peor de todas, ni la terminé, sois demasiado benévolos conmigo.
Besillos.
Muy buena entrada, Bomarzo. Yo este mes no os he dejado nada escrito por una razón: si empiezo, no terminaría y os aburriría como una ostra, jeje.
A mí Yerma me encanta y me lo he leído varias veces. Mi percepción de Yerma y la maternidad en la obra es distinta. Yo siempre lo he interpretado como que en aquellos tiempos lo único que podía dar esperanza a una mujer casada (o más bien, malcasada) era un hijo. Al volcarse en su hijo, en ese amor único y eterno, la apatía de Yerma por su matrimonio o la situación opresora que vivía, se aliviaría. Los hijos, traían a muchas mujeres en esas circunstancias la sonrisa, la esperanza, que a ellas les faltaba. Al menos tenían algo realmente suyo. Una semilla que regarían y cuidarían y verían prosperar gracias a ELLAS. Por fin, a ELLAS.
En fin, me callo, q como os digo, cuando hablo de Yerma me tiro horas, jeje.
Claro
QUÉ HACEMOS?????
Publicar un comentario