El mundo de las cofradías en varios rincones de nuestra piel de toro se moviliza ante el toque de atención felino dado por la Jerarquía católica, descontenta con la reforma de la ley del aborto que pretende llevar a cabo el gobierno ZP. Es una pena que la Iglesia no se muestre tan feroz en la defensa de los puestos de trabajo que se pierden por miles cada mes, pero las cartas de cada uno están claras y sobre la mesa. Nadie se puede sentir sorprendido.
Lo que de verdad me ha causado sorpresa han sido las declaraciones que ha dado hoy el presidente del Consejo de Cofradías de la ciudad de Salamanca. Este señor, como católico, dice que se siente ofendido, manifiesta que los suyos –los católicos- están hartos de aguantar ataques y que la reforma de la ley del aborto no sólo ha sido la gota que ha colmado la paciencia más ortodoxa, sino que exige una reacción contundente, inmediata, como la que muchas ciudades españolas, por medios de sus hermandades, planean.
Me da pena tener que decir esto que tantos años de mi vida le he dedicado a ese mundo en mi ciudad, pero puestos a usar argumentos de agravio podría decir que, ahora que viene la Semana Santa, son muchos los no católicos que se sienten insultados y ofendidos por la toma que hacen las cofradías de cada ciudad durante una semana completa. Son muchos los que se ofenden porque no pueden acceder a sus casas con normalidad, no pueden circular con normalidad, han de ver las calles sucias y se sienten agobiados por tener los accesos restringidos.
Odio la predeterminación. Me da miedo cualquier pueblo que se sienta elegido por un Dios. Los católicos llevan así muchos siglos, ofendiendo a los que no piensan como ellos. Su capacidad para sentirse menoscabados en su honor es directamente proporcional con la que exhiben para menoscabar el de los demás. Si quizás se ofendieran menos y dedicaran más tiempo de sus pías vidas a dejar de ofender a los demás tratando de imponer sus postulados, las cosas les iría mejor.
Un saludo desde mi jardín.
Bomarzo asqueado.
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Hace 7 horas
6 comentarios:
Completamente de acuerdo con tu escrito.
Somos muchos los que estamos cansados de imposiciones.
En Granada ya se oye el "tran, tran, tran" de la semana santa. Nos volverán a imponer sus funestas marchas, su música, sus cirios, y sus caras, que te miran como por encima del hombro.
Aquí, ya lo sabes, no nos podremos desplazar porque la parafernalia católica toma las calles, la ciudad entera.
Compitiendo con Sevilla, con Málaga, a ver quien es el que la tiene más grande.
¿Porqué nos tienen que imponer estos ritos?
¿Porqué no se van al botellódomo a desfilar con sus capuchas y mantones?
A mi me asustan. Y a mi sobrino también.
Que rezen a su dios lo entiendo. Pero ¿Porqué tengo que ver sus símbolos cada dos por tres? (6)
Creo que mezclas churras con merinas, y no estoy de acuerdo con algunas cosas que escribes en la entrada. Pero siempre reconoceré el respeto con el que retransmitías las procesiones y lo que hemos disfrutado y aprendido tus fieles, Acólito.
Entiendo que no mezclo nada, pero en caso de hacerlo, no soy yo quien está confundiendo lo más grave... De todas formas, amigo, lo profesional nunca se mezcla con lo personal y durante mucho tiempo he pensado como expreso sin que nadie se diese cuenta en las retrasmisiones...
Gracias.
Hemos coincidido, compae. Esto es carnaval.
Rigoletto
como le he dejado escrito a rigo, no pienso entrar a comentar lo de esos señores, me niego a darles protagonismo. allá ellos con su doble moral.
el anónimo anterior es mio no quiero ocultar mi identidad.
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